«Madredelamorhermoso», pensé yo hace unos meses: «El momento ha llegado». Mi pequeño, el más pequeño, de solo 3 añitos, necesitaba gafas. No voy a dramatizar, obviamente. Cosas más graves han pasado en lo relacionado con la salud como para saber que esto es puramente estético, al menos en su caso. Conozco muchos niños que llevan gafas desde mucho más pequeños, algunos incluso antes de cumplir los 6 meses, otros con problemas de visión graves e irreversibles, así que sé que esto es prácticamente anecdótico, pero reconozco que me va a daba mucha pena no ver la carita limpia de mi niño, sin ningún obstáculo que tape su mirada limpia y picarona.
En la revisión de los 3 años, la enfermera detectó que algo no estaba bien. Lo vio también el pediatra y nos derivaron a oftalmología. Unos días más tarde, allí estábamos, constatando lo mismo que había notado la enfermera: astigmatismo.
No quisieron tomar ninguna medida de momento porque parece que hasta los 4 años el desarrollo de la vista puede ralentizarse o precipitarse hasta la media así que aún había esperanza de que fuera un tema de desarrollo y que en los meses siguientes la cosa se hubiera regulado por sí sola. Pero no fue así. Hace unos meses estuvimos de nuevo en el especialista y después de más de casi tres horas, entre espera, dilatación de pupila y pruebas varias (diferenciar dibujos, E’s o tenedores que se abren para un lado o para otro, Peppa Pig asomando en un globito o al final del camino)… el diagnóstico se requeteconfirmaba. Y mi pequeño renegando porque él, como afirmaba una y otra vez veía, según me decía, «de ma-avilla».
Así que le comenté que a partir de ese momento, con las gafas que le iban a poner, vería como un superhéroe, lo vería todo genial y que solo unos pocos niños elegidos podían verlo así y además llevar unas gafas tan chulas como las que le íbamos a encontrar. Y mano de santo. Se sentía especial y afortunado… Y de momento no me quejo porque no ha renegado de ellas.
En la elección de gafas la cosa estuvo clara: las quería rojas como su amigo, que también las tiene rojas, «porque así las llevamos los superhéroes». Y entonces, la pregunta: «mamá, ¿podré también volar?». Hace años vi en las noticias que un niño se había tirado por la ventana al ponerse su disfraz de superhéroe así que mi respuesta fue muy clara: «NO, cariño, las gafas SOLO te dan supervisión por el día, pero nada de volar ni otros superpoderes. Esto es solo para los ojos».
En cuanto a marcas y modelos no os puedo contar demasiado porque solo nos ofrecieron una marca. Yo las pedí directamente de silicona o con partes de silicona. Tengo unas gafas de sol de Polaroid que son de este material y han aguantado fenomenal los ataques del niño cuando era más bebé así que si teníamos esta opción, no me lo iba a plantear. Opciones rígidas hay ilimitadas, pero me parecían un gasto a corto plazo seguro. Así que, nos decidimos por las gafas más flexibles de la marca Nanos que además tenían descuento (2×1) y le ajustaban de maravilla. El punto negativo es que llevan una cinta detrás que solo se puede poner de la misma marca porque el sistema de sujeción es un enganche que atraviesa la patilla, no vale cualquiera, así que ya hemos comprado varias cintas extra. Ahora ya ni las usamos, ha decidido que le gusta más ir sin la cinta, por eso la quitaba siempre. Sobre qué pasará cuando crezca y no tengamos la opción de gafas flexibles ya os contaré. No quiero ni pensarlo porque les da unos viajes a las pobres gafas que solo intentarlo con otras rígidas será desastre seguro…
Encargadas las gafas, llegó el momento de usarlas a diario y tengo que decir que la adaptación de primeras fue bastante buena. Se notaba que veía mejor: no se pegaba tanto a la tele, estaba más abierto a dibujar y hacer otras actividades en las que hay que focalizar más la vista, como los juegos de mesa… ¿Lo malo? Su obsesión por tenerlas siempre impolutas. El discurso: «Están sucias». Lavarlas, ponérselas y que señale el cristal con sus deditos, tocando el cristal, resaltando que «ya están limpias» ya os imaginaréis que lleva a un inmediato: «Están sucias» otra vez y así en bucle. Hemos tardado meses (y aún no lo tiene del todo claro) en entender que poner los dedos las ensucia. Él se mira los dedos y me aclara que tiene las manos limpias, pero claro, las gafas siguen ensuciándose.
Hasta que llegó el momento «gafas» debo decir que no me había dado cuenta de que su preferencia por actividades de movimiento podía venir de un problema en la vista. Le veía siempre activo, corriendo y jugando, pero tampoco es que le costara demasiado ponerse a pintar, ni precipitaba la actividad para acabar cuanto antes, ni se salía especialmente para su edad de los márgenes… de hecho un día ganó un concurso en la guarde por ser el mejor pintor, el que menos se había salido de los bordes (estas cosas tan bonitas que les hacen sonreír durante días)…
Os resumo algunos consejos de la Asociación Española de Pediatría para detectar si los niños tienen algún problema común en la visión y entre los comunes resalto astigmatismo o miopía que pueden pasarse por alto fácilmente si tienen poca graduación:
Cómo detectar si tu hijo o hija tiene astigmatismo
Veréis que detectar el astigmatismo es algo complicado en niños pequeños porque los síntomas no son cosas que suelan compartir con nosotros, especialmente si son leves, como deben ser si el caso no es grave y la graduación mínima (Mi peque tiene 2 dioptrías en cada ojo así que no es poco, pero tampoco es una locura):
- Estos son los principales síntomas del astigmatismo:
- Dolor de cabeza
- Congestión o picor en los ojos
- Enrojecimiento de los ojos
- Mareos
- Dificultad a la hora de ver la pizarra, la tele o concentrarse a la hora de leer o pintar
- Tuercen el cuello cuando intentan enfocar mejor
Cómo detectar si tu hijo o hija tiene miopía
- Dolor de cabeza
- Empeoramiento del rendimiento escolar o falta de interés en las actividades de la guardería
- Estrabismo
- Claras señales de que no ve bien de lejos: no te localiza a la salida del cole o en el cole, etc.
- Echar la cabeza hacia adelante y achinar los ojos intentando enfocar.
En ambos casos el factor hereditario es importante así que si vuestros hijos son biológicos y en la familia hay antecedentes, estad preparados porque es posible que desarrollen estos problemas antes o después.