Antoine, el musical: la importancia de ver las cosas con los ojos de un niño

¡Escribo estas líneas y aún estoy emocionada! El musical Antoine, basado en Antoine Saint-Exupéry, autor de El Principito es una obra que no os podéis perder estas Navidades, tanto si vais con vuestros hijos, como si vais vosotros solos o con amigos. Es un musical como pocos otros se han hecho. Es la grandiosa obra de El Principito vista a través de los ojos de su escritor, Antoine Saint Exupéry, a través de sus vivencias, de su vida. Una vida apasionante. Yo descubrí a Antoine en la carrera de periodismo, ya hace algunos años. Me mandaron leer Tierra de hombres y se lo agradeceré siempre a mi profesor porque me hizo indagar sobre la apasionante vida del escritor, piloto y pensador que fue Antoine. Una mente prodigiosa. Un adelantado a su tiempo. Por eso estoy encantada de haber podido disfrutar de este musical.

Además, El Principito tiene un especial significado para mí, pues fue el primer libro que me regalaron cuando solo tenía unos meses de vida. Fue un periodista amigo de mi padre quien me compró una edición preciosa del libro y me escribió una bonita dedicatoria. Leí el libro cuando era muy pequeña, como cualquier niño lee una historia, un cuento. Ya de mayor lo he releído en varias ocasiones: la primera vez que lo releí fue cuando conocí la simbología del mismo. La segunda, cuando empecé a conocer la vida de su autor. Y después por el puro placer de volver a disfrutar esas citas que salpican el libro, que te calan, que se te clavan en el alma y te cortan la respiración. Grandes verdades. A veces te da por pensar cómo un hombre ha podido pensar y escribir esas palabras. Solo un grande puede escribir lo que escribió Antoine.

Y voy al grano porque me disperso. Como decía el musical Antoine nos encantó. A mis niñas de 10 y 7 años y a nosotros. Ellas lo apreciaron desde el punto de vista de la historia de El Principito, un cuento fantástico que ya conocen porque lo hemos leído juntas y les gustó mucho la puesta en escena visual y la música, todo ello, espectacular. De hecho, Pilar salió entusiasmada con el personaje de la serpiente, con sus volteretas, decía mi peque, que parecía una auténtica serpiente.

Sin embargo, nosotros lo apreciamos mucho más allá de lo meramente visual. La obra cuenta la vida del escritor en paralelo con su obra maestra. Constantemente va dando saltos en el tiempo en su vida, hacia delante y hacia atrás. Relata desde su pasión por la aviación, su trabajo en correos en la zona del Sáhara; su participación activa en la Segunda Guerra Mundial y su preocupación constante por el avance del nazismo en Europa; su vida en Nueva York, en París, en Córcega, en Buenos Aires; el momento en el que conoció a su mujer, Consuelo, en Argentina y su relación tortuosa y difícil con ella, a pesar de que estaba completamente enamorado; sus escarceos amorosos; su vida como escritor…

Pero esto no es lo mejor de la obra. Lo mejor es que en cada momento de su vida, en cada escena, se establece un paralelismo con una escena de El Principito. De esta forma, conocemos perfectamente la simbología de la genial obra literaria: los baobabs en forma de arbusto a los que hace referencia el pequeño príncipe en la historia, que él dice que son semillas malas y que se dedica a cortarlas para que no invadan su pequeño planeta, es símbolo del nazismo.

El miedo de Antoine a que se extendiera por Europa. Y así nos lo deja entrever la obra musical con una fantástica interpretación musical. Otro de los simbolismos que queda claro en la obra es la rosa del Principito, que él cuida, adora y ama, a partes iguales, pero de la que acaba harto porque es una vanidosa y engreída. En la vida de Antoine la rosa sería Consuelo, su mujer, con la que tuvo una relación de amor y de la que estaba perdidamente enamorado, aunque ella tenía un carácter bastante difícil. La famosa serpiente en El Principito simbolizaría la guerra, que te atrapa y te muerde. En definitiva, el famoso cuento de Antoine Saint-Exupéry fue un reflejo de lo que él vivió en su vida.

Pero lo mejor no es lo que cuenta en la obra, sino cómo lo cuenta. La manera de plasmar ambas historias, la del pequeño príncipe y la de su creador, en el escenario. La manera de pasar de la realidad a la ficción con solo un soplo, literal, de los actores. Cómo la obra hace hincapié para que paladeemos y disfrutemos de cada magistral cita del autor, escribiéndola sobre el asteroide de Principito, que preside la escena durante todo el montaje. Cada salto en el tiempo y en el espacio, que se proyecta en la trasera del escenario para que no perdamos detalle. Un montaje que a priori podría resultar complejo, pero que está perfectamente resuelto para hacerlo comprensible y disfrutable a todo el público.

No puedo pasar por alto la música del montaje. Cada pieza musical del espectáculo es una obra de arte en sí misma. Me declaro fan absoluta del grupo Elefantes, artífices de la música de la obra. Aún estamos cantando todos en casa el tema central de la obra: “si amas una flor, de la que no existe más que un ejemplar, entre millones, millones de estrellas”. Mis hijas esta mañana se levantaron entonando esta melodía y a mí ¡se me ilumina la cara al escucharlas! No solo eso, sino que Suharma, su vocalista, es quien encarna al personaje del Principito. No ha podido ser más acertada la elección. Cuando miro al cantante veo al pequeño príncipe de Antoine. No voy a mencionar todo el elenco de la obra, que es magnífico, pero me encantó la interpretación del segoviano Javier Navares en el papel del protagonista del musical. Impresionante y emocionante cómo logra meterse en la piel de Saint-Exupéry.

Todo el elenco de actores, con esas voces. Las piezas musicales tan bellas. Una escenografía y una iluminación bellísimas. Y un vestuario cuidado al detalle, con cada atuendo, reflejo de las épocas y los lugares en los que Antoine vivió: las fiestas de los locos años 30, la gran guerra de Europa, las túnicas del Sáhara y, por supuesto, el atuendo de El Principito y los de los personajes que aparecen en él, desde el geógrafo, al rey pasando por el zorro o la serpiente.

Pero, además del disfrute de un musical bien hecho, lo más importante que obtiene el público, lo que se lleva grabado cuando sale de este espectáculo es el mensaje principal de Antoine: la necesidad de ver el mundo a través de los ojos de un niño, el niño que una vez fuimos, aunque ya lo hayamos olvidado. Porque El Principito más allá de una historia fantástica llena de citas irrepetibles y con una lectura subyacente autobiográfica muy importante es una oda a la amistad, al amor y a las cosas verdaderamente importantes de la vida. Ya sabéis: “solo con el corazón se puede ver bien, lo esencial es invisible a los ojos”. ¡Amén, Antoine!

Podéis disfrutar del musical Antoine, la increíble historia del creador de El Principito hasta el 13 de diciembre en el Teatro Cofidís Alcázar y desde el 19 de diciembre al 10 de enero, en el Teatro EDP Gran Vía. Toda la información y la venta de entradas la tenéis en su web oficial www.antoine.es.

Sobre María Cerrato

Periodista y mamá a tiempo completo. Amante y adicta a la cultura en sus múltiples variedades: literatura, teatro, arte, cine… Una adicción que ahora también comparto con mis niñas, Carmen y Pilar, que son mi vida y a quienes siempre he intentado contagiar este amor incondicional por la cultura. Ellas son mis actuales compañeras de escapadas teatrales, lecturas de cuentos, películas animadas… Todas estas escapadas ahora puedo compartirlas con otras mamás a través del blog de este fantástico medio de comunicación que es Mamá Tiene un Plan, con el que tengo el orgullo de colaborar.

4 comentarios en “Antoine, el musical: la importancia de ver las cosas con los ojos de un niño

  1. Musical Antoine.
    ¡No perdérselo! Abrir bien ojos y oídos. Cada frase tiene mucho significado y la música y sus personajes la más idónea. ¡Me encantó! Gracias Ignasi Vidal por tan buen trabajo, y a todo el elenco.

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