Aqualandia Benidorm, un parque acuático ubicado en mitad de la montaña

¿Un parque acuático en mitad de la sierra, rodeado de vegetación y a escasos kilómetros del mar? Es posible y se llama Aqualandia. El otro día, aprovechando que estábamos por la zona de vacaciones playeras, decidimos hacer algo diferente al plan de playa-piscina-terracita y nos acercamos a Aqualandia, que está a solo 10 minutos de Benidorm. Pasamos un día genial con nuestras niñas y los abuelos; si vacacionáis por la Costa Blanca merece la pena que os acerquéis a disfrutar de un día en este parque acuático.

Nada más llegar lo primero que llama la atención es su privilegiada ubicación entre pinares y jardines con vegetación autóctona, en mitad de la Sierra Helada. Entre los majestuosos pinos se adivinan algunos de los grandes toboganes de Aqualandia, pero hasta que no estás dentro no te haces una idea de las atracciones tan diferentes y variadas con las que cuenta el lugar, ya que casi tienes que buscarlas entre tantísima vegetación. En la entrada te reciben dos elefantes enclavados en la atracción del Geiser, con cascadas y un macizo de flores, tipo alfombra de colores que impresiona.

Antes de comenzar a disfrutar, en la entrada existen taquillas, donde puedes dejar los objetos de valor para recorrer el parque tranquilamente, en bañador, que es lo único necesario. Y diréis ¡ja! ¿Y si me quiero comprar un refresco? Pues todo está pensado para que disfrutes cómodamente del Parque. Aqualandia ofrece un servicio gratuito de pulseras denominadas ‘Aquaband’, que funcionan como un monedero electrónico, de forma que las puedes recargar con el dinero que quieras y si al final del día te sobra, te devuelven lo que no hayas gastado. Cómodo, ¿verdad?

 Cyclón, la nueva atracción

Nada más entrar, nos ubicamos en la zona de hamacas de la piscina de olas. O mejor dicho, la MEGA piscina de olas porque ¡vaya tamaño! Comenzamos con un chapuzón en familia en la misma y enseguida nos dimos cuenta que el agua era salada, como la del mar, algo que es así en todas las instalaciones. Esto es porque el agua de Aqualandia se obtiene directamente del mar y es tratada para su correcta cloración. Después, los abuelos y Pilar, de cinco años, se quedaron un ratito más en la piscina y nosotros nos fuimos con Carmen, de ocho años, a la zona de toboganes de esa parte del Parque. Queríamos probar las bajadas del Big-Bang Splash, pero, sobre todo, estábamos impacientes por probar la nueva atracción que tanto habíamos visto anunciada en la publicidad del Parque: Cyclón. No dejéis de probarla porque es genial y muy accesible para hacerlo en familia –te tiras por el tubo en flotadores de cuatro personas-. De hecho, la gran mayoría de las atracciones del Parque son moderadas y puedes disfrutar de ellas con tus peques, si es que no son muy miedosillos como lo es la mía pequeña. Después de bajar en flotador por el gran tubo del Cyclón, nos dispusimos a probar el resto de toboganes de esa zona. Todos menos el Verti-Go, demasiada caída libre para nosotros. Tras vivir estas emociones fuertes, fuimos a buscar al resto de la familia que estaba tomándose un refrigerio tumbados en la zona de la piscina de olas y recorrimos, todos juntos el Amazonas, el río que bordea toda esta zona, con sus puentes, sus cascadas y sus saltos de agua. Mis niñas lo gozaron dejándose llevar por la corriente.

Mi niña mayor demandaba más emociones fuertes, así que nos fuimos con ella a las pistas blandas, por las que caerás de las formas más impredecibles –de hecho mi marido tuvo un pequeño y gracioso percance con el bañador…­-. También nos tiramos por el Black Hole o los tubos negros, como Carmen los bautizó, en los que mi marido se subió con ella, mientras yo me fui con los abuelos y mi pequeñina a la zona infantil de Adventureland, el paraíso para los más pequeños de la casa. La recreación con animales animados de una auténtica selva: elefantitos que echan chorros de agua por sus tropas, delfines que saltan al final de toboganes, pistolas de agua para hacer guerras… Pero, sobre todo, además del agua cayendo y refrescando las altas temperaturas, había toboganes de todo tipo, desde los más grandes y enroscados de tubo, hasta unas pequeñas pistas rápidas, pasando por tobogancitos para niños muy pequeños. Una pasada. También mi hija mayor disfrutó muchísimo con su hermana de esta zona.

Una amplia y variada oferta gastronómica y zonas de picnic

Tras todas estas aventuras, teníamos hambre y elegimos uno de los restaurantes self service del Parque para comer, aunque podríamos haber elegido cualquier otra opción porque existe una amplia y variada oferta gastronómica: pizzerías, barbacoa, hamburguesería, arrocería… Lo cierto es que comimos genial, en el restaurante self service, todo muy bien cocinado y fresco.  Si preferís llevaros la comida de casa, Aqualandia también cuenta con muchas zonas de picnic, repartidas por las diferentes zonas del Parque y en sombra, en las que se está de maravilla –nosotros merendamos y tomamos café en una de ellas, entre pinares y con unas vistas espectaculares-.

Después de reposar un poquito, lo poco que nos dejaron las peques, cambiamos de zona y nos movimos al área infantil de la parte de arriba, otra pequeña maravilla acuática, con chorros y tobogancitos, además de flotadores con diversas formas –motos, barcas, tablas…- para los más peques y atracciones tipo gymkhana para los más mayorcitos o intrépidos. Por supuesto, Carmen hizo todo el recorrido varias veces: cruzó por las anillas y la soga sin caerse al agua, se tiró por los toboganes con más caída e hizo el salto desde arriba de la roca… Lo único que no pudo hacer fue tirarse en la tirolina porque no tenía la fuerza suficiente y casi no llegaba, pero ya lo hizo su padre por ella, jajajaja. Después de relajarnos un poco en la zona de jacuzzi, sí, sí, creedme, Aqualandia tiene también una zona tipo balneario con chorros de masaje, y de pasear por las cataratas del Niágara, nos fuimos a tirarnos por los Rápidos –mi atracción favorita-.

Más tarde, mientras Carmen y su padre se tiraban por el Súper Zig-Zag, yo hacía lo propio con Pilar en el Mini Zig-Zag, en el que repetimos ¡hasta cinco veces!, aprovechando que no había nada de cola. Se ve que eso de poder tirarte por un tobogán, aunque sea largo, acomodada entre las piernas de mamá, a Pilar sí le mola y no le da tanto miedo como tirarse sola. Después de tomarnos algo fresquito, Carmen repitió experiencia en las atracciones que quiso y yo… Yo me fui directa a seguir disfrutando del jacuzzi hasta su regreso. Carmen y Pilar no querían volver al apartamento, pero en cuanto montamos en el coche, se quedaron dormidas. Sin duda, repetiremos este genial día en familia las próximas vacaciones. Más información y venta de entradas online en www.aqualandia.net.

Sobre María Cerrato

Periodista y mamá a tiempo completo. Amante y adicta a la cultura en sus múltiples variedades: literatura, teatro, arte, cine… Una adicción que ahora también comparto con mis niñas, Carmen y Pilar, que son mi vida y a quienes siempre he intentado contagiar este amor incondicional por la cultura. Ellas son mis actuales compañeras de escapadas teatrales, lecturas de cuentos, películas animadas… Todas estas escapadas ahora puedo compartirlas con otras mamás a través del blog de este fantástico medio de comunicación que es Mamá Tiene un Plan, con el que tengo el orgullo de colaborar.

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