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Un tesoro oculto en Menorca: Ses Pedreres de S´Hostal-Lithica

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DESCRIPCIÓN

De entre todas las sensaciones que genera el visitar esta isla, hay una que es denominador común en todos los viajeros: el asombro. Gestos de sorpresa, miradas de admiración ante los rincones, recodos, sorpresas que depara este paraíso mediterráneo. ¿Las playas de Menorca? Entre las mejores del mundo. ¿Sus espacios naturales? A todas luces, envidiables. ¿Su gastronomía? Ciertamente inimitable. Pero queda un rincón por explorar. Uno en el que la mano del hombre a lo largo del tiempo ha ido esculpiendo hasta nuestros días, dando como resultado Ses Pedreres de S’Hostal-Lithica.

No muy lejos de Ciutadella de Menorca, a un kilómetro de del Camí Vell, aguarda a los viajeros un museo al aire libre. Declarado Bien de Interés Etnológico (BIE) por el Consell Insular, formando parte del catálogo del Patrimonio Histórico de Menorca, ‘Ses Pedreres de S’Hostal-Lithica’ aglutina laberintos, jardines y espacios esculpidos por canteros, una profesión de importancia histórica para la isla.

El espacio tal y como lo conocemos hoy día puede disfrutarse gracias a la encomiable labor de la asociación Líthica, que se encargó de dar una segunda vida a un recinto abocado al ostracismo y el olvido, ya que a partir de 1983, la ley obligaba a los canteros a realizar un plan de restauración de las canteras sin actividad, rellenándolas y reforestándolas de forma parcial. Algo, que en la práctica se tradujo en acumulación de residuos de diversa procedencia.

Es por tanto que cobra más importancia esta cantera reconvertida en espacio para la contemplación, el disfrute y la admiración por sus formas. Por cómo el hombre ha ido a lo largo del tiempo dando una forma al paisaje que por momentos te transporta a otros mundos. Rincones como el Laberinto de los Vergeles, comunión perfecta entre lo mineral y lo vegetal. Testimonio vivo de cómo la naturaleza se abre paso a través de la obra del ser humano y recupera lo que es suyo. La piedra, erosionada por la acción del clima y el avance de la vegetación, adquiere unos tonos y texturas que conquistan al ojo humano.

Otro sentido a conquistar es el olfato. Recorriendo el Laberinto Vegetal, cuyo diseño está inspirado por los laberintos cretenses, el visitante quedará cautivado por los aromas de los diferentes tipos de plantas que van desprendiéndose con el paso de las estaciones.

El Jardín Medieval merece una mención aparte. No tanto por su disposición y su belleza, que naturalmente la tiene, sino por su simbolismo y significado. Este pequeño huerto cerrado es una evocación del paraíso perdido. Los elementos que lo componen nos quieren hablar de vida y alma, del cuerpo, la mente y los sentidos. Son tantos los estímulos que se perciben... Olores de hierbas aromáticas, sonidos como el del viento meciendo las hojas o el movimiento del agua; texturas...

Pero dentro de este tesoro, el verdadero rubí, la joya más preciada es el Laberinto Mineral. Creado para conmemorar el XX aniversario de Líthica, es junto al Laberinto Vegetal, uno de los atractivos más llamativos en esa esencia laberíntica de las canteras. Su diseño está inspirado en el Laberinto del Minotauro, sus 7 pasillos concéntricos invitan a jugar, a descubrir, o simplemente contemplar una obra perfectamente mimetizada con el paisaje y que "devuelve" las piedras que la cantera ha proporcionado a lo largo de los años, dándoles una segunda vida.

Este espacio acoge conciertos, obras de teatro, talleres y visitas guiadas. Un escenario privilegiado con el que agasajar a los sentidos, aprender de la ‘cultura de la piedra’ y descubrir un lado de Menorca que pasa casi inadvertido para los viajeros. Un auténtico tesoro oculto.

Para todas las edades.

Todo el año.
 

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